Agricultor en proceso de divorcio de mutuo acuerdo, con dos hijas. Decide acudir a consulta porque su matrimonio ha fracasado, se siente frustrado e incapaz de asumir la custodia compartida de las dos niñas, y su entorno rural en un pueblo muy pequeño le hace sentirse limitado. «No tengo a nadie con quien salir y distraerme» y el agricultor padece una enfermedad degenerativa.
Empezamos a trabajar con el tema de las rutinas para aprender a gestionar las actividades domésticas y llevar a las niñas. Para ayudar a las niñas que no se han adaptado bien al cambio tras el divorcio, se llega a un acuerdo entre los padres para que las niñas también asistan a la consulta.
A pesar de esta situación y de su enfermedad degenerativa, el agricultor sigue dirigiendo su explotación, una gran propiedad que le proporciona una situación económica desahogada.
Inicialmente, comenzó a trabajar para adaptarse a la nueva situación, pero tras unos primeros meses en los que todo iba bastante bien, se sometió a una revisión médica y se comprobó que se había producido un repunte en su proceso degenerativo, que se tradujo en la pérdida total de visión en un ojo y parcial en el otro. Esto hizo que las autoridades médicas le reconocieran una incapacidad laboral permanente.
Como consecuencia, está divorciado, debe administrar una gran propiedad, tiene dos hijas de 6 y 10 años y una incapacidad permanente como consecuencia de una enfermedad degenerativa. Esto supone un cambio radical en su vida, dice «qué hago con mi vida», «me siento desahuciado»: socialmente, porque siente que sus amigos se han ido del pueblo, familiarmente, porque se siente solo tras la separación, físicamente, por su enfermedad degenerativa y la discapacidad que le han reconocido.
Reconoce que debe dejar de trabajar, cancelando los contratos de arrendamiento que tenía, deja de hacer trabajos para terceros y tiene que alquilar su propiedad a un familiar. Pasó de ser un agricultor activo y autónomo, con planes y objetivos, a una persona con limitaciones físicas que le impiden trabajar. Sus oportunidades profesionales son muy limitadas, dice «qué me queda para vender cupones a los 40 años», quiere sentirse activo «no puedo estar en el paro». Ha pasado de ser una persona activa a ser pasiva por obligación.
En este caso, el hecho de tener su herencia en el campo le obliga a permanecer en un entorno rural. En este caso, incluso como agricultor, no se siente satisfecho, no se siente gratificado por el contacto con otras personas, no encuentra satisfacción en el trabajo realizado.