Preste atención a los síntomas de malestar de los agricultores, como por ejemplo un bajo rendimiento, retraimiento social o exteriorización poco habitual de emociones.
Si percibe malestar en un compañero, transmítale con tacto su preocupación y ofrézcase a escucharle. Sea paciente, ya que es posible que la persona no quiera hablar en ese momento.
Cuando se abran, escuche con paciencia. Preste toda su atención, no juzgue y concéntrese en sus sentimientos. Reformule lo que le cuenten para dejar claro los mensajes y permita momentos de silencio.
Procure no usar clichés como «Anímate» o «No pierdas los nervios». Eso no ayudará a conectar con la persona.
Respete su confidencialidad. Sin embargo, si considera que la persona está en una situación de vulnerabilidad, tiene el deber de informa de ello. Hable con la persona sobre compartir la información la familia, si es necesario.
Hágales saber que su puerta está siempre abierta. Ofrézcase a buscar ayuda y pida asesoramiento a compañeros o a las fuentes apropiadas.
Recuerde sus limitaciones; no es un terapeuta. Conviene establecer límites sin dejar de ser compresivos. Busque ayuda si es necesario, de modo que vele también por su propio bienestar y recuerde que contar con diferentes perspectivas es la clave para entender las necesidades de los agricultores.
